martes, 21 de septiembre de 2010

ALEGRÍA - "Abrazo al Mundo" - Mons.+++ Sebastián Camacho



ALEGRÍA

Alegría de ser libre en el seno
del Dios de la Vida que resurge.
Aunque destruido su corazón por la heridas,
se levanta resucitado, por sus hijos.

Yo siento en mis entrañas la certeza
de un amor que brota de lo alto,
y siento unos ojos cálidos
que posan su mirada en mi frente.

Es al Dios de la Vida a quien le canto,
a ese que colgó en un madero,
y que andando por el mar embravecido
sacó con su mano al tembloroso Pedro.

Es mi Cristo en el que yo habito,
es la esencia misma incorporada
en una configuración eterna de abrazos
absolutos y apretados.

No temo al mal ni a la muerte, pues
el que vive en mi ser más profundo,
y mi brazo labra con mi sangre,
la libertad de todos los temores.

Mi camino es forjado de esperanzas de pueblos
acallados por hombres soberbios,
y en mí, estos viejos soberanos ,
ven la plaga que termina con sus cetros.

Mi gente camina a mi lado,
son refugio de fatigas y cansancios, son la fuerza
que me impulsa a gritar con más fuerza
la esperanza de los pueblos, liberada.

El pueblo del que yo vengo tiene un cerro coronado,
de allí salí cantando, y hoy mi canto
lo siguen mis amigos,
los pueblos de toda la tierra.


Tengo en mi corazón un Dios vivo,
que susurra su planes a mi alma,
y como peregrinos salimos, dejando nuestras casas,
para construir juntos, el hogar de todos los hijos en la tierra.

Piedras hay en mi camino, por no haberme alineado al imperio,
que como cíclope observa y condena desde un trono,
allá en la lejanías del mundo.

Mi cátedra es un tronco de un árbol,
que dio su vida, para ser con sus ramas abrigo,
y descanso al apóstol peregrino.

Mis templos son los ranchos de campesino
sedientos de alegría, y mi agua clara y cristalina
brota en Nazaret y saltea dos mil años.

Muerte pedirán para mí los tribunales
de la Santa inquisición, enfurecidos,
al ver a mujeres ser mitradas
y a madres amantar en plena Eucaristía.

Abrazos muy temidos son los míos, y los de aquellos
en Cristo caminantes, pues los muros de castillos se derrumban
y los pueblos avanzan entusiasmados.

Cristo está libre de su cárcel ,
de templos de mármol y platino,
hoy camina presuroso,
llamando nuevamente a sus amigos.

¡Qué alegría es saber que Dios no abandona a sus hijos
a pesar de sus caídas, y otra vez, como hace siglos
comparte su pan y su vida!

Colombia – 2008



© Sebastián Camacho Bentancur