martes, 21 de septiembre de 2010

UNIDAD ABRACISTA - "Abrazo al Mundo" - Mons.+++ Sebastián Camacho


Unidad Abracista

Cuando el mundo clama unidad, se confunde en gran manera,
en su concepción más profunda. Si hablamos de unidad,
debemos basarnos en la diversidad, que para muchos,
es opuesta al concepto mencionado.

Esto es erróneo; pasaré a explicarles.

Para una verdadera unidad, debemos poseer una mirada
amplia y abrazadora, abracista, que vea claramente
las esencias de las personas. Así, podremos crear
un proyecto constructivo, desde esa diversidad absoluta.

La fuerza de la unificación debe ser impulsada
por una visión superior a la individual o sectorial.
Debe ser amplia y abarcadora, para encontrar
la columna vertebral de los intereses comunes del colectivo diverso.

Destruir los prejuicios a lo diferente, es algo fundamental
para la construcción de un movimiento unificado
en la esperanza de progreso y superación de todos sus miembros.

Para eso, sentirse ciudadano del mundo es la clave,
y no pensarse dueños de la verdad absoluta.

Esta ciudadanía cósmica es condición necesaria,
para un diálogo franco con los “Todos”, la caravana humana
que camina, rumbo a la superación de la realidad.

El ir a MÁS es lo que debe impulsar a cada miembro
de este movimiento, y es la superación personal, y el
fruto colectivo: la superación de los “Todos”.
Es la comunión de las luchas individuales, y viceversa.

El dar y recibir, entre los yo y el nosotros,
llevará a que los yo, se transformen en ladrillos
de construcciones compactas, para poder
concretar el objetivo del nosotros.

Cuando hablamos de que el individuo
debe estar guiado por los objetivos del colectivo,
no nos referimos a que la unidad sea uniformar
a las personas y una pérdida del yo.
Todo lo contrario:
las diversidades son el valor indispensable
para guiar los pasos de la marcha rumbo a un objetivo,
que brota de la conjunción dialógica
de las diversidades, integrantes de la comunidad en marcha.

La unidad es la amalgama de lo diverso, encausada
por el objetivo común del colectivo,
y esta unificación es contraria
a cualquier tipo de uniformidad.

Para lograr la unidad, debemos despojarnos
de las etiquetas y prejuicios que las generan.

Libres de esos impedimentos,
ver la realidad como la ve el otro,
y con este prójimo, dialogar respetuosamente,
para acordar caminos comunes de progreso.

El abracismo es el camino constructivo
para un orden sin exclusiones.

¡Todas las diferencias son riquezas,
para el nuevo mundo que se está forjando, en UNIDAD!


Montevideo - 2009



© Sebastián Camacho Bentancur