MARÍA
Mujer valiente, que con tu SÍ
diste al mundo al salvador desde tus entrañas.
SÍ que te costó la duda de tus más queridos,
ciegos a la obra santa del Creador de la vida.
SÍ que nos enseñó: la fe es la llave,
que damos a Dios para que actúe,
haciendo fértil nuestra vida,
pese a lo imposible para el ojo humano.
María que en la cruz tu alma dejaste,
en lágrimas de sangre por tu Santo Hijo,
pues sabías su origen sagrado
y no veías en su muerte el Plan Divino.
El mensaje del ángel en sangre se entintaba,
pero tu fe intacta esperaba,
de la muerte algún vestigio
de lo divino del origen de aquel niño...
¿Dónde está el Dios que me lo ha dado?
Pregunta que tu fe, respondía al corazón
de madre destruido.
Mas la luz se hizo nueva, al sentir
que la muerte no había podido
vencer la palabra del Dios de los comienzos,
del Padre del Hijo hecho vida.
¡Resucitó, María!, te decían,
a gritos sus amigos; y el anuncio se hizo pleno
al Abrazar a Cristo,
y apretarlo a tu corazón del SÍ rotundo.
Supiste partir el pan con manos temblorosas,
y repartirlo en memoria de tu hijo,
llevando en sus migas la esperanza,
con que dijiste SÍ en Nazaret, ante aquel Ángel ,
Montevideo - 2004
Mujer valiente, que con tu SÍ
diste al mundo al salvador desde tus entrañas.
SÍ que te costó la duda de tus más queridos,
ciegos a la obra santa del Creador de la vida.
SÍ que nos enseñó: la fe es la llave,
que damos a Dios para que actúe,
haciendo fértil nuestra vida,
pese a lo imposible para el ojo humano.
María que en la cruz tu alma dejaste,
en lágrimas de sangre por tu Santo Hijo,
pues sabías su origen sagrado
y no veías en su muerte el Plan Divino.
El mensaje del ángel en sangre se entintaba,
pero tu fe intacta esperaba,
de la muerte algún vestigio
de lo divino del origen de aquel niño...
¿Dónde está el Dios que me lo ha dado?
Pregunta que tu fe, respondía al corazón
de madre destruido.
Mas la luz se hizo nueva, al sentir
que la muerte no había podido
vencer la palabra del Dios de los comienzos,
del Padre del Hijo hecho vida.
¡Resucitó, María!, te decían,
a gritos sus amigos; y el anuncio se hizo pleno
al Abrazar a Cristo,
y apretarlo a tu corazón del SÍ rotundo.
Supiste partir el pan con manos temblorosas,
y repartirlo en memoria de tu hijo,
llevando en sus migas la esperanza,
con que dijiste SÍ en Nazaret, ante aquel Ángel ,
Montevideo - 2004
© Sebastián Camacho Bentancur
