martes, 21 de septiembre de 2010

"EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ" - "Abrazo al Mundo" - Mons.+++ Sebastián Camacho


“EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ”

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha consagrado; me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a aliviar a los afligidos, a anunciar libertad a los cautivos...” Is 61:1-2

El espíritu del Señor nos ha consagrado para dar
la buena noticia. A esto nos debemos,
y por esto nos entregamos, sin miedos humanos;
pues la fortaleza del que nos ha elegido es nuestro refugio.

Nuestras bocas hablarán de libertad y justicia,
y nuestras manos labrarán el futuro de los pueblos de América,
donde aún hoy se le teme al Dios de la Bondad;
ya que se lo ha usado para amedrentar el ansia de libertad
y dignidad de los oprimidos.

Desataremos la lengua de los profetas,
para que hoy, tal como hace milenios,
anuncien la verdad del Dios de la vida,
aunque esta sea dispar a la de los poderosos,
que se piensan representantes del Dios de Jesucristo.

Traer a Cristo al mundo, será nuestra misión.
Hacer que camine entre los habitantes de este continente,
verde esperanza, y que en las chozas de los aborígenes
comparta el pan de la justicia.

Resucitar los caminos de fe, que se han visto aplastados
por la cruz de la conquista, debe ser nuestra misión.
Mancomunando esfuerzos por conjugar a Cristo,
en clave de América.

Muchos nos tildarán de comunistas, y lo somos,
en nuestra medida, ya que la comunidad es la base
de nuestra construcción eterna, que se cimienta
en la tierra fértil de los campos latinoamericanos.

Los dedos inquisidores se levantarán contra nosotros,
y nuestra voz quedará silenciada y humillada,
pues nuestro anuncio va dirigido a los por ellos repudiados.

Liberar a los cautivos es prioridad en nuestra empresa,
a esos prisioneros de opresores internalizados
cortaremos sus cadenas, y por eso el gran monstruo
intentará devorarnos
y hacer de nosotros, cenizas inofensivas.

La libertad que preconizamos, no es tanto libertad del cuerpo,
sino la libertad de conciencia, de corazón y de fe.

Es la libertad el campo fértil, donde solo puede brotar
el amor verdadero que viene de Dios.
Sin libertad no hay Amor, ¡para amar debemos ser libres!


Montevideo, 2005



© Sebastián Camacho Bentancur