martes, 21 de septiembre de 2010

UNA CARTA EN NAVIDAD - "Abrazo al Mundo" - Mons.+++Camacho


UNA CARTA EN NAVIDAD

Queridas hermanas y queridos hermanos:

¡Es Navidad! Es un tiempo de esperanza para un Mundo que
vive aún en las tinieblas de la incertidumbre,
preocupado por el poseer, para ser, y ser para imponer.
El Señor interpela a la Humanidad desde un pobre
y mal oliente pesebre, desde una pobreza absoluta,
desde una exclusión total, ya que no había lugar para ellos
en ninguna parte de Belén.
Cristo quiso nacer en la pobreza; el Señor del Universo
eligió un pobre establo para llegar a este mundo,
al Mundo que su Padre creó y por el cual Él se hizo carne,
para habitar entre los hombres.
Esa felicidad que María y José sentían, al recibir a su hijo,
los comprometía en el plan de Dios para salvar a la humanidad,
un mundo que les dio la espalda y los excluyó bruscamente.
Hoy, dos mil años después de ese suceso,
el mundo gira impávido, recordando aquel evento
en iglesias bien revestidas y en mesas bien tendidas,
olvidando qué sucedió realmente, recreando historias bellas
que se quedan en el relato,
sin hacerse carne en los seres humanos.
Navidad es el resultado maravilloso del amor de Dios
para con el mundo, es el comienzo de un plan de rescate
de sus hijos amados, es una intervención directa de ese Dios
que es Amor y que se hace carne en el vientre de María, para
dar la plenitud de su ser a cada hijo que lo reciba en su corazón.
María es la artífice de esta presencia de Dios en medio de su pueblo,
es su SÍ, el que transformó la historia,
es su fe la que le permitió al Señor anidar en su vida,
es su Amor quien dio refugio al Dios omnipotente,
el que se hizo frágil por Amor.

Es María el ejemplo de entrega máxima a la voluntad de Dios,
es María el Sí rotundo a la salvación de esta humanidad,
es en ella en que debemos inspirarnos y por ella dejarnos guiar,
para hacer de nuestra vida una ofrenda eterna al Dios del amor,
para que por nuestro medio el Evangelio dé vida plena a sus hijos.
Los pastores que en las heladas praderas apacentaban sus rebaños,
fueron avisados de que su salvación estaba llegando,
cerca de sus campamentos, ellos, velando por la vida
de sus ovejas, se vieron sorprendidos por el ángel que les dijo:

“No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo,
que será para todo el pueblo; que os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales,
acostado en un pesebre.” Lc.2:10-12.

“No Temáis”: esa es la postura que Dios nos pide,
para realizar su providencia, no temer, no permitir
que el mal nos paralice, que el mundo nos arrastre
tras sus objetivos tan distantes de Dios. “No teman;
Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”, dice Cristo,
debemos vencer ese miedo que nos hace retraernos,
que cerca nuestra fe, que la hace mediocre,
que la hace particular e individual,
perdiendo su fuerza abrazadora comunitaria.

No teman en ir al encuentro del hermano,
cualquiera sea su postura frente a la vida,
cualquiera sea su realidad, no teman en abrazar a ese hijo de Dios
que por su medio recibirá el Amor que el Padre en Cristo
les tiene reservado desde la eternidad y que transformará
sus existencias de mediocridad en plenitud absoluta.

Debemos invitar a transitar a la humanidad nuevamente
ese camino que lleva al Padre, ese Camino que es Cristo,
ese Cristo que es Amor sin condicionamientos, que no puede
ser encerrado en templos o comunidades monopólicas,
sino debe ser llevado al mundo entero, mediante una
proclamación sin excepciones, sin condicionamientos;
mediante una prédica clara de un Evangelio
que está dirigido a TODOS, de una Buena Noticia
que transformará a quien la reciba en sus vidas.

Hermanos muy queridos: sean fieles a Cristo,
sean en Cristo mensajeros del Padre,
hagan lo que Cristo haría si estuviera en sus lugares;
hagamos entre todos de este mundo un nuevo Edén,
donde el Amor de Dios sea el sol que ilumine nuestras vidas
y su presencia sea patente en nosotros.

Digamos SÍ a la voluntad del Dios del Amor,
digamos SÍ al igual que María, para que nuestra fe sea
una llave eficaz con la que el Señor de la Vida
actué en nosotros y por nosotros en el mundo.
¡Sean hermanos fieles a Dios y serán Felices!

¡Feliz Navidad! ¡Que Jesús nazca en nuestros establos,
haciendo de ellos un lugar sagrado, donde el Amor
sea una constante luminaria!

¡Feliz Navidad y sigamos abrazando a los hermanos,
extendiendo la Iglesia de Cristo por el mundo,
iluminándolo todo con nuestro Amor centrado en Dios!

Quien los Ama en Cristo

+++SEBASTIÁN CAMACHO


© Sebastián Camacho Bentancur