TÚ HAS VENIDO POR NOSOTROS…
Señor de los mares tempestuosos
que has venido por nosotros,
y con amplia sonrisa, nos invitas a navegar
por las inmensidades humanas, llenas de esperanza.
Miras nuestras debilidades y las fortaleces.
Con Tu confianza, forjas en nuestra alma un corazón
rebosante de Tu amor para con el mundo.
Nos invitas a dar la vida por los más lastimados y excluidos,
llamándonos a construir gran casa de luz para ellos,
con puertas de abrazos y suelos de café y trigo abundante.
Somos muy pobres, Señor - te dijimos,
al recibir Tu mano, para subir a la barca del destino.
Tu sólo sonreíste, y en Tu voz resonó
la respuesta más firme : - Confío en ustedes, amigos.
Seremos fieles Cristos para el mundo,
y las cruces serán vencidas por nuestras manos
y pies, perforados por los clavos
de la persecución y marginación.
La única alternativa es
la resurrección de la Justicia y el Amor,
ante nuestra oblación absoluta.
Dios está con nosotros, y es parte de su Iglesia resucitada;
Iglesia cuyo templo es el cosmos, y su altar es la Tierra.
¡A construir puentes de unidad!
¡Derribemos los muros de la exclusión: los miembros de esta Iglesia
son todos los habitantes de este planeta azul!
¡¡Abracemos en Cristo, y resucitaremos al mundo!!
Montevideo - 2008
Señor de los mares tempestuosos
que has venido por nosotros,
y con amplia sonrisa, nos invitas a navegar
por las inmensidades humanas, llenas de esperanza.
Miras nuestras debilidades y las fortaleces.
Con Tu confianza, forjas en nuestra alma un corazón
rebosante de Tu amor para con el mundo.
Nos invitas a dar la vida por los más lastimados y excluidos,
llamándonos a construir gran casa de luz para ellos,
con puertas de abrazos y suelos de café y trigo abundante.
Somos muy pobres, Señor - te dijimos,
al recibir Tu mano, para subir a la barca del destino.
Tu sólo sonreíste, y en Tu voz resonó
la respuesta más firme : - Confío en ustedes, amigos.
Seremos fieles Cristos para el mundo,
y las cruces serán vencidas por nuestras manos
y pies, perforados por los clavos
de la persecución y marginación.
La única alternativa es
la resurrección de la Justicia y el Amor,
ante nuestra oblación absoluta.
Dios está con nosotros, y es parte de su Iglesia resucitada;
Iglesia cuyo templo es el cosmos, y su altar es la Tierra.
¡A construir puentes de unidad!
¡Derribemos los muros de la exclusión: los miembros de esta Iglesia
son todos los habitantes de este planeta azul!
¡¡Abracemos en Cristo, y resucitaremos al mundo!!
Montevideo - 2008
© Sebastián Camacho Bentancur