martes, 21 de septiembre de 2010

IGLESIA BELIGERANTE - "Abrazo al Mundo" - Mons.+++ Sebastián Camacho


IGLESIA CATÓLICA ANTIGUA
IGLESIA BELIGERANTE

Cuando me preguntan de Nuestra Iglesia,
me voy a su triple origen, y esto sorprende
a la mayoría de ávidos espectadores,
muchos de ellos; tras la caza de las herejías inminentes
que saldrán de mi boca.

Nuestra Santa Iglesia tiene uno de sus orígenes
en la Antigua Iglesia de Cristo, esa misma que estaba formada
por mujeres fieles que siguieron a Jesús hasta la muerte
y por hombres obreros de la época, como pescadores y campesinos.
Esa iglesia sencilla de nazarenos es la que hoy
está resucitada en nosotros; esa misma
que estaba formada de pecadores y condenados
de la sociedad de su tiempo, es la que hoy camina
por los suelos polvorientos de nuestra América Latina.
Es la comunidad de Discípulos y Amigos de Jesús de Nazaret,
la que hoy irrumpe en el mundo, escandalizando
a las estructuras dogmáticas imperiales de la religión cristiana,
y es también como ayer, señalada por los poderosos
como un obstáculo, debido a que sus ansias de justicia
se contagian a los pueblos oprimidos.
Somos llamados pecadores, prostitutas, ladrones, ignorantes,
por los que se ciñen con la seudo-sabiduría de los tronos del mundo,
criterio opuesto a la primitiva comunidad cristiana,
que resucita en nosotros.
Cristo camina descalzo con nosotros,
y esa es la verdad más profunda que poseemos,
es Cristo, el que devuelve su mensaje
a quien se lo había anunciado hace dos mil años.
Somos la Iglesia Antigua, esa misma
que se mantuvo viva en la sencillez
de los campesinos y las mujeres, por siglos.

Otro de nuestros orígenes es la separación
de los Obispos Romanos en 1870,
por discrepar con la Infabilidad Papal ,
jurisdicción universal del pontífice y el dogma
de la inmaculada concepción;
de ellos, heredamos la tradición Veterocatólica
y la Sucesión Apostólica, por diferentes ramas.
De esta rebeldía justa, que se plasmó en la Declaración de Utrecht,
omos signatarios. También, la realizada en 1945,
por San Carlos Duarte Costa en el Brasil,
al separarse de Roma por causas muy compartidas por nosotros.



La lucha por la justicia y la verdad genuina de Dios,
ha sido nuestro origen en la Catolicidad,
y la mantenemos con rigurosidad apostólica,
por ser sucesores legítimos de aquellos pescadores de Galilea.

El origen tercero de nuestra Iglesia Patriarcal,
posee su epicentro en la resolución del Sínodo de Abril de 2007,
cuando la unanimidad de hermanos decide separarse
de la Iglesia Veterocatólica con sede en Nueva York,
por ser esta, antagónica al espíritu abracista que,
desde 1999, regía nuestra lucha por la verdad
del Evangelio de Cristo. Desde ese momento, asumí
como Patriarca de la Comunión Apostólica Ecuménica,
por solicitud de mis hermanos queridos,
ya que han visto en mi persona
al pastor para guiar su peregrinar por este mundo.
Este Patriarcado es radical en su opción evangélica,
y tiene como fin la restauración de la Primitiva Iglesia,
ya que nuestros dos orígenes nos interpelan.
Somos una Iglesia del Abrazo,
en donde todos son Bienvenidos,
y la exclusión está siendo erradicada en nuestras comunidades,
como en nuestros corazones, mediante una búsqueda continua
de configurarlos con el del Dios del Abrazo Eterno.
La Igualdad es la base de nuestras comunidades,
y son las comunidades las que hace la Iglesia;
sus obispos, los servidores primeros. En la Iglesia Patriarcal,
nadie reina, solo se sirve, y se comparte la esperanza
de caminar juntos con aquel
Cristo Resucitado de Nazareth, en el siglo XXI.

Estos son nuestros tres orígenes, y el abracismo,
hace que nuestras comunidades abarquen más
que solo a cristianos. Hoy somos una Iglesia Pueblo,
diversa y colorida, donde cada uno comparte
su experiencia de Dios y juntos forjamos
la vivencia colectiva del Creador en medio nuestro.

Nuestro objetivo es liberar al ser Humano
de toda opresión, para que en su libertad
camine en busca de su felicidad plena,
que es el retorno a su esencia originaria,
la que se encuentra en el corazón de Dios.
El retorno al Corazón del Padre, es nuestra misión.
¡Y no descansaremos hasta que el último Ser Humano
haya abrazado al Padre del Abrazo!

Montevideo – 12/12/2008



© Sebastián Camacho Bentancur